miércoles, 22 de diciembre de 2010

[Historia del arte] Texto para analizar sobre las Vanguardias Históricas

Antes de iniciar el estudio de los movimientos englobados en la vanguardia resulta conveniente plantear algunas cuestiones generales para enmarcar el fenómeno vanguardista en su conjunto. Con ese objetivo trataremos de precisar:
  • qué significa el término “vanguardia” y a qué se alude con la expresión “vanguardias históricas”,
  • qué deudas o conexión tienen esas vanguardias históricas con algunos fenómenos y planteamientos del siglo XIX,
  • cuáles son los rasgos esenciales que pueden caracterizar a la vanguardia en su conjunto,
  • Qué papel se adjudica al arte, es decir, en qué se convierte la obra de arte a partir de los planteamientos de las vanguardias, y qué novedad plantean en cuanto a la relación del ser humano con el arte.

El término vanguardia procede del vocabulario militar en el que hace referencia a los que van por delante del resto, abriendo e indicando el camino. Así pues, es un término con connotaciones de estrategia y, en este sentido y con este objetivo, empezó a emplearse con relación al mundo de la cultura desde el siglo XIX[1] y se generaliza a comienzos del siglo XX.
El uso de esta denominación con relación al arte, por consiguiente, implica una voluntad de reconocerle y adjudicarle una capacidad de anticipación, de apertura de nuevos caminos y de nuevas formas de experiencia artística. Concepción que, en cierta medida, deriva y estaría en consonancia con el ideal ilustrado del  arte entendido como instrumento didáctico, como un lenguaje capaz de transmitir contenidos y provocar experiencias y conocimiento. La diferencia, no obstante, radicaría en que en este momento lo que se pretende transmitir o mostrar no está, en principio, en relación ni al servicio de ninguna idea o propósito externos a los intereses del propio arte, ni tan siquiera al servicio de ideales “a priori” o en abstracto.
Así pues, es este el sentido con el que se emplea la denominación de vanguardias para englobar los distintos movimientos, propuestas y actitudes artísticas innovadoras, que se desarrollan en Europa aproximadamente desde 1905 hasta la Segunda Guerra Mundial.
Ya más en concreto la denominación de vanguardias “históricas”, que es la más comúnmente empleada, implicaría su reconocimiento como fenómeno que se inserta en un contexto temporal marcando un hito y sirviendo de referencia respecto a la tradición anterior. También se les ha denominado, sin embargo, vanguardias “clásicas” entendiendo posiblemente que se han convertido en un tipo de modelo normativo –en una especie de canon– para cualquier propuesta rupturista posterior. Y, finalmente, en otras ocasiones reciben el calificativo de “heroicas” como forma de reconocer no sólo la novedad sino también las dificultades y los impedimentos con que hubieron de enfrentarse unas propuestas que eran contrarias a los gustos, demandas y expectativas de su época.
Y es que el fenómeno de las vanguardias no puede explicarse desde las mutaciones del gusto –como señala Mario de Micheli-. Es más, las vanguardias históricas -y probablemente cualquier tipo de vanguardia- no “barrieron” otras formas de arte, ni fueron en entendidas, ni contaron con la aceptación de una crítica y un público que, en su mayoría, efectuaban sus valoraciones desde preceptos académicos y desde convencionalismos del pasado, más en concreto, del siglo XIX.
Sin embargo, -y en contra de lo que sostiene M. de Micheli- las vanguardias son, en buena medida, consecuencia de algunos factores y de algunas mutaciones que se inician y se producen en el siglo XIX, es decir, no surgen de la nada ni son independientes o explicables sin ninguna referencia al siglo anterior.
En este sentido el primer factor a tener en cuenta es la aparición de la fotografía, invento que hace su aparición pública en 1839 como uno de los resultados del espíritu de investigación y del afán experimentador que había impulsado la Ilustración y determinado la Revolución Industrial.
El rápido y constante perfeccionamiento técnico que alcanzó la fotografía contribuyó, por un lado a popularizar el invento y su uso pero, por otro, también contribuyó a agudizar el planteamiento de las cuestiones sintácticas, a provocar interrogantes sobre el valor de la imagen fotográfica y pictórica originando un intenso debate de enormes consecuencias especialmente para la pintura pero, a la larga, para toda forma de expresión plástica: ¿qué sentido tenía seguir representando la realidad exterior por medio de la pintura cuándo existía un medio técnico que conseguía este resultado de manera más rápida y más fielmente?, ¿Qué era lo específico del lenguaje pictórico?
Según Argan, en el debate filosófico que se plantea sobre el valor de la imagen pictórica pronto se perfilan dos soluciones: o bien se elude el fondo del problema afirmando que el arte es una actividad espiritual que no puede ser sustituida por un medio mecánico -tesis de los simbolistas y corrientes afines-; o se reconoce que el problema existe y que es un problema de visión, que sólo se puede resolver definiendo con claridad la distinción entre los tipos y las funciones de la imagen pictórica y fotográfica -tesis de los realistas e impresionistas-. En el primer caso la pintura tiende a plantearse como poesía o literatura en imágenes; en el segundo la pintura, liberada de su tradicional función de “representar lo real”, tiende a plantearse como “pintura pura”, es decir, a aclarar cómo, con procedimientos pictóricos rigurosos, se obtienen valores que no pueden alcanzarse de ninguna otra manera.
Tanto para esta segunda postura, como en el fondo para la anterior, lo que había provocado la aparición de la fotografía era una crisis en el sistema del arte haciendo tambalearse concepciones sólidamente arraigadas en el occidente europeo desde el Renacimiento. Particularmente importante era la relativización que se producía en torno a la tradicional función de la pintura de representar ilusionísticamente la realidad.
Desde un punto de vista sociológico, por otra parte, la aparición de la fotografía supuso un perjuicio para los pintores de oficio al sustraerles bastantes cometidos de los que tradicionalmente se ocupaba la pintura -retratos, representaciones de paisajes por encargo (bien vistas, bien paisajes topográficos), pinturas conmemorativas...-. Esto contribuyó a desplazar la actividad pictórica a una actividad de élite -ahondando en los planteamientos del romanticismo-, es decir, a una actividad para minorías y, por consiguiente, susceptible de encerrarse en su propia esfera.
Por ello, las propuestas pictóricas más renovadoras o revolucionarias de la segunda mitad del siglo XIX empezarán por poner en cuestión el tema relativizando su importancia y tratando de quitarle cualquier carga literaria o significativa -realismo, naturalismo-, para pasar, en un tiempo relativamente corto, a reflexionar sobre los medios, su estudio y empleo con cierta voluntad de rigor científico -impresionismo, neo-impresionismo-.
Junto a la fotografía, el cinematógrafo -1895- también contribuiría a arrebatar a la pintura su función de reconstruir la realidad, de narrar hechos y permitir la identificación del público con ellos, o al menos su proyección en ellos. El cine venía así a llenar una de las funciones tradicionales de la pintura y lo hacía, además, de una manera mucho más convincente y real, en definitiva, más efectiva desde el punto de vista de la comunicación. Todo ello contribuyó aún más a relegar la actividad artística y a disminuir su demanda lo que facilitaba, cuando no impulsaba, a los artistas a plantearse nuevos problemas en relación con su propio oficio y a considerar los lenguajes artísticos como lenguajes específicos desde los que se aborda la realidad de un modo diferente y propio.
Hay que tener en cuenta, por otra parte, que los nuevos inventos a que hemos hecho referencia eran consecuencia de los espectaculares avances de las ciencias experimentales que habían alcanzado un notable prestigio desde el punto de vista social durante todo el siglo XIX, y que continuaban su imparable trayectoria. Por ello, no es de extrañar tampoco que los artistas, o algunos artistas, se sintieran atraídos por los descubrimientos, por el rigor y la metodología propias de la ciencia y, en consecuencia, procuraran someter su trabajo a sistemas o procedimientos rigurosos, basados en principios experimentales y verificables en los que, en ocasiones, se percibe la influencia -aunque sea indirecta- de los nuevos descubrimientos, teorías o planteamientos (dato que conviene tener muy presente para entender algunas de las propuestas y resultados de los movimientos de vanguardia).
A pesar de las indudables relaciones de la vanguardia con algunas de las tradiciones del siglo XIX, uno de sus rasgos esenciales es su decidida voluntad de ruptura con cualquier tradición heredada, voluntad clara, activa y, en ocasiones, belicosa que impregna el ideario vanguardista y que se manifiesta especialmente en el rechazo a considerar el arte como reflejo de la realidad o medio que puede propiciar su conocimiento. A partir de ahora el arte se convierte en una realidad autorreferente, que es lo que señala Arnold Gehlen cuando afirma que en el arte contemporáneo el pintor pinta problemas artísticos.
La independencia del arte, su autonomía frente a la representación especular de la realidad, abrirá múltiples caminos y posibilidades al arte: “[…] la actividad artística, al tomar conciencia de su autonomía y al someterla a prueba, atraviesa un terreno prácticamente inagotable de acontecimientos formales, donde cada uno de ellos puede afirmar de sí mismo que constituye una nueva ‘ampliación’ de nuestra ‘experiencia’”[2].
Uno de los principales imperativos de la vanguardia es la ruptura con la representación ilusionista del espacio tridimensional que se efectuaba en la pintura. Por tanto, “se denuncian como obsoletas todas las condiciones plásticas que se derivan de la aceptación de la perspectiva basada en el cubo escenográfico del renacimiento”[3]. Este rechazo determina que el plano representativo se plantee y se trate en superficie. Pero también encontraremos propuestas que se orientan a plasmar la polidimensionalidad de la imaginería moderna ya que se menosprecia la mera ilusión de tridimensionalidad por su insuficiencia objetiva.
En conexión con algunos planteamientos científicos, la vanguardia -o parte de ella- manifiesta bastante desconfianza hacia la fiabilidad del conocimiento sensible. Tatlin lo expresa de manera clara: “Declaramos nuestra desconfianza en el ojo, y colocamos bajo control nuestras impresiones sensibles”[4]. Actitud más evidente en los movimientos con una fuerte carga intelectual como los constructivistas o los neoplásticos.
El rechazo de la representación ilusionista de la realidad y de los cánones que la regían, y la desvinculación respecto a las condiciones habituales de la visualidad determinan que desaparezca para el espectador la evidencia de la relación de la imagen artística con la experiencia visual del mundo exterior, lo que significa que la obra de arte deja de suministrar imágenes reconocibles al modo tradicional. Las formas que se emplean no vienen determinadas más que por el propio proceso artístico, derivan de procesos y persiguen objetivos fundamentalmente artísticos, por ello, “es una constante en el arte de vanguardia el establecimiento de códigos autosuficientes”[5]. Las vanguardias instan a que el arte deje de ser imitativo y se constituya en productivo[6].
Esto nos remite a una premisa central de la vanguardia que es la afirmación de la autonomía del arte frente al mundo visual, pero también frente a otras formas de conocimiento o enfrentamiento con la realidad. Se afirma que el arte no debe imitar la realidad, y se defiende que lo que produce es una realidad nueva, es decir, que el arte es una nueva forma de realidad. Con ello se retoman, aunque con mayor radicalidad y con otro alcance, los planteamientos ilustrados que adjudicaban al arte una enorme utilidad como medio de experiencia y herramienta de conocimiento tan útil y eficaz como cualquier ciencia, aunque con objetivos y procedimientos diferentes.
Como consecuencia de lo anterior, las vanguardias plantean la autonomía de la experiencia estética respecto a otras formas de experiencia y reivindican su subjetividad. Principio derivado de la noción de autarquía propugnada por la Ilustración, es decir, de la independencia del individuo respecto a cualquier norma o sistema externo, que no se derive de su propia razón[7]. La experiencia estética, por consiguiente, es, para la vanguardia una experiencia personal y libre. Lo cual determina, a su vez, que “a cada discurso artístico le corresponde una experiencia específica que tiene sus propios criterios de validez”[8].
La libertad de experiencias que se proclama afecta tanto a los espectadores como a los artistas y sus obras, cuya diversidad estilística se legitima en la propia autonomía de las propias obras, en el hecho de que sólo deban ser conformes a sí mismas, sin verse constreñidas por ningún precepto o norma, cuya universalidad se pone en duda.
De lo anterior se deriva que las vanguardias plantean un nuevo modo de relación de los espectadores con la obra de arte. En principio el arte de vanguardia parece exigir al espectador el abandono de cualquier código o premisa artística tradicional, ya que ninguno de ellos puede servir para canalizar la relación con una realidad que no se guía o sigue esos códigos ni parte de esas premisas. Y, en consecuencia, a la hora de aproximarse a las distintas formas artísticas, deberá efectuar el esfuerzo de tratar de conocer y comprender las claves y objetivos de cada tipo de lenguaje ya que cada uno se dirige a y pretende provocar un tipo de experiencias y conocimientos diferentes. Esto supone una nueva forma de entender el “reconocimiento”: no se trata de reconocer la realidad visible sino lo que la realidad artística presenta.
Por ello, la abstracción que se observa en algunos movimientos de vanguardia no sería resultado de un intento de separarse de la realidad sino, por contra, de presentar una realidad más profunda y subyacente. Con ello, se remite a un tipo de experiencias que ante todo son intelectuales.
Y en esas experiencias es fundamental el papel que se adjudica a los propios elementos formales. Si el proceso de emancipación artística comienza por la liberación respecto al mundo real, -lo que supone la liberación respecto al tema-, el arte de vanguardia pretende atraer la atención sobre los medios, sobre las capacidades expresivas autosuficientes de los elementos formales. El valor de la representación por tanto dejaría de estar en la identidad de lo representado para trasladarse a los medios empleados. Esto supone la independencia de los elementos significantes, es decir, la conversión del significante en significado.
Pese a todos estos elementos en común la vanguardia es un fenómeno heterogéneo -partiendo de las premisas anteriores no podía ser de otro modo- que nos muestra posturas y alternativas diferentes no sólo en cuanto a objetivos y medios, sino también en cuanto a su relación con la sociedad y su compromiso con ella. Así habrá grupos o artistas individuales que pretendan influir o intervenir directamente sobre la sociedad, que acepten y persigan un compromiso explícito; pero, junto a ellos y al mismo tiempo, habrá otros que persigan una indirecta transformación, una cierta revolución, dirigida más al individuo que al grupo.
Es preciso tener también en cuenta que las tendencias vanguardistas que tienen un ingrediente intelectual y formalista o una impronta ideológica fuerte se caracterizan por tener un código más coherente y uniforme, es decir, por mantener una grado de caracterización más nítido y constante. Esto se produce porque persiguen la utopía de constituir lenguajes plásticos específicos, a provocar la transformación de los medios. Por contra, aquellas que tienen una menor carga intelectual,  que se dirigen, y tratan de representar, el mundo de las vivencias subjetivas, que pretenden recoger las experiencias internas -psíquicas, oníricas,...- muestran una gran disparidad de códigos y su caracterización es más difusa y particular, como corresponde a alternativas en las que el lenguaje es un medio y no un fin.
Finalmente, aunque se sepa, es necesario recordar la simultaneidad con la que se presentan estas propuestas y alternativas a lo largo de los años. El fenómeno no es nuevo porque se aprecia ya en el siglo XVIII. Sin embargo, es esencial porque implica la relativización -y la falta de operatividad o lógica- del empleo de criterios explicativos basados en la derivación, la influencia o la dependencia de las propuestas respecto a las anteriores. Sería útil incorporar, si fuera posible, visiones horizontales: es decir, analizar qué ocurre, qué se hace en un período corto como uno o dos años. Este procedimiento facilita el apreciar de la simultaneidad de las propuestas pero, sobre todo, permite comprender el carácter antagónico y, a veces, alternativo que suponen las diferentes visiones artísticas.


[1] “En el siglo XIX empezó a aplicarse en Francia esta noción al mundo de la cultura para aludir a los compromisos progresistas de ésta. En este sentido, su uso se remonta al ensayo de 1825 L’artiste, le savant et l’industriel  de O. Rodrigues, y al escrito de D. Lavedant De la mission de l’art et du rôle des artistes , que data de 1845”. Javier Arnaldo. Las vanguardias históricas (1). Madrid. Historia16, 1993. p. 6.

[2] Hofmann, Werner. Los fundamentos del arte moderno. Península. Barcelona, 1992. p. 207.

[3] Arnaldo, Javier. Op. cit. p. 12.

[4] Ibidem, p. 12.

[5] Arnaldo, Javier. Op. cit. p. 12.

[6] Ibidem. p. 20.

[7] Ibidem. p. 20. Señala que existe una correlación entre la autonomía artística y la autarquía moral del individuo propugnada por la Ilustración: Kant, Lessing y otros señalaron que el comportamiento ético del individuo no radicaba en el sometimiento a leyes externas, sino en el ejercicio de la virtud por la virtud, de acuerdo a sus disposiciones individuales, que son instancias de la razón, de las cuales ha de saber servirse.

[8] Ibidem. p. 22.


[Autor Javier Arnaldo, extraído de la web de Arte Historia por Esther Serna]

[Historia del arte] Texto para analizar sobre el Cubismo

Andre Salmon ya en 1912, suscitó la idea de que la pintura de vanguardia nació en Francia en 1907 con la creación del revolucionario cuadro de Picasso Las señoritas de Aviñón, considerado además como la obra germinal del lenguaje cubista. Esta rotunda tesis, avalada por otros comentaristas, no ha sido puesta en duda por la historiografía hasta el presente. De hecho, son los experimentos que llevaron a cabo Pablo Picasso (1881-1973) y Georges Braque (1882-1963) a partir de ese momento los que configuraron el horizonte estético del cubismo, decididamente afianzado después de 1910 como corriente de vanguardia, que se hizo internacional en apenas dos años. La determinación del apelativo cubismo, que es completamente arbitrario, aparece en el mismo transcurso de la experimentación plástica de esa época. En el contexto de la pintura fauve Louis Chassevent habló ya en 1906 de "la precisión de los cubos". En noviembre de 1908 el crítico Louis Vauxcelles se refirió irónicamente a la nueva pintura de Braque diciendo que "reduce todo a esquemas geométricos, a cubos"; y al año siguiente ya hablaba de "bizarrías cúbicas". Estos y otros comentarios que les sucedieron acabaron por hacer fortuna para denominar, a base del curioso parámetro del cubo, tanto la pintura de Braque y Picasso, como la de Metzinger, Delaunay y otros. Luego la crítica afín, en un inusitado ejercicio de ortodoxia interpretativa, aprendió a diferenciar el cubismo propiamente dicho (Picasso, Braque, Gris) de sus diferentes derivaciones y secuelas. Todas las crónicas convierten la aparición del cubismo en un fenómeno que se revela repentinamente, derivado de experimentos pictóricos puntuales y estrictamente nuevos. Entre 1907 y 1909 Braque y Picasso, efectivamente, se entregaron a la invención de nuevos procedimientos para la transcripción del espacio y las formas, absolutamente distintos de la imaginería fauvista. Con todo, es también evidente que no todo puede reducirse a una despedida de la pintura precedente. Picasso compartió el interés por la escultura del Afrecha negra -cuya colonización proveyó a la metrópoli de exponentes de su cultura que comenzaron a admirarse en la primera década de nuestro siglo- con los fauves Matisse, Vlaminck y Derain. El triunfo del primitivismo, en sus diferentes versiones, que incluía igualmente la admiración por el arte egipcio y el de otras culturas remotas, tuvo lugar de mano de los fauves, y fue determinante en la experimentación cubista. Gauguin siguió siendo una referencia clave en la tradición reciente. La importancia que tiene el simbolismo nabi de Maurice Denis en el proceso de definición de la pintura cubista no puede ser tampoco minusvalorada. Y especialmente el magisterio de Cézanne, cuya presencia es grandiosa en la primera década del siglo, fue asumido por autores muy diferentes. El objetivismo cézanniano, la ejecución facetada de sus paisajes y figuras, los recursos que impuso en la organización del espacio, inspiraron ese lenguaje desornamentado y veraz que caracteriza los primeros pasos del cubismo. La innovación que supusieron en las artes plásticas las realizaciones de Picasso en torno a 1908 es, de todos modos, incuestionable. ¿Por qué? Sencillamente, porque carecían de parangón posible con otras formas anteriores de interpretación plástica, salvo con las de su compañero de viaje, G. Braque. Frente a la pintura fauve, en la que había sido determinante la profundización en las posibilidades del color como medio expresivo autónomo, para los cubistas el peso del análisis pictórico radicará en la exploración de las formas. Es más, en las primeras fases de experimentación, que alcanzan a todo lo que se ha denominado cubismo analítico, los valores cromáticos están sometidos a una disciplina de austeridad que lleva a los autores a reducir extraordinariamente la paleta, a utilizar tonalidades muy amortiguadas y a tener por suficiente el empleo de tricromías, fundamentalmente a base de tonalidades de ocre, verde y gris. Esta es una de las formas de secesión que marcan el nuevo proyecto de armonías plásticas, equilibradas, en lo que al color respecta, por la economía de medios y la insistencia en luces intimistas. Encontramos, en este sentido, una afinidad sólo muy relativa para con Cézanne, para con las calidades de los verdes, ocres y tierras de los paisajes meridionales de éste. La pintura de Cézanne encontró formas de equilibrio entre el modo de manifestación del mundo sensible para nuestra retina y el orden mental que surge de la necesidad de ritmo y proporción, más propio de la transcripción intelectual de la experiencia de la mirada. Cézanne consideró lo cristalino como la forma que nos aproxima a las cualidades objetivas de las manifestaciones de la naturaleza, pues pertenece propiamente a ésta. La categoría de lo cristalino juega un papel muy importante en el desarrollo de buena parte de la pintura de vanguardia, como se hace ejemplar en el caso de la obra de Paul Klee. Según Cézanne toda la naturaleza se forma a partir de esferas, conos y otras figuras geométricas. No es que esto se transcriba en términos de estereometrización y medición, aplicando cálculos matemáticos, como tampoco ocurrirá entre los cubistas. El maestro de Aix-en-Provence intuyó formas de disposición cristalina en el espacio natural que concordaban con el orden de percepción armónica del sujeto humano. La obra de Cézanne es el más reciente testimonio artístico del humanismo clásico en su interpretación moderna. El equilibrio natural entre el ojo y la mente fue su ideal y el que encontró un reflejo conturbador en sus cuadros.¿Y qué hay de Cézanne en los cubistas? Depende. El arte cubista reivindica básicamente el sustento analítico de la pintura de Cézanne, esto es: una mayor objetividad intelectual. El ritmo y la proporción se desenvuelven de modo que las cosas se deshacen en formas, hacen ver un diluirse de las cosas por su difícil identidad. Al menos hasta 1912 el desarrollo del cubismo es el de un arte austero. Posteriormente se hizo más dúctil, más irónico y más lúdico. La voluntad de juego no estuvo tan presente en los primeros años, si bien la lírica cubista se fijó muy pronto en la poesía de las cosas sencillas, que constituirá su motivo más recurrente. En la primera parte del "Quijote", Cervantes dio vida a un héroe moderno, en la segunda le dejó pensar por su cuenta. Algo parecido ocurrió con el capítulo analítico del cubismo en relación a lo que le sigue, el cubismo sintético. Las primeras etapas del cubismo consiguen afianzar los términos de un lenguaje artístico concluso. Después este lenguaje cree más en sí mismo y se transforma: hará legibles figuras de lo cotidiano para un lírico y complacido homo ludens. Con Juan Gris los cuadros cubistas encontrarán su perfil de equilibrio: el momento más clásicamente sólido en las armonías de este lenguaje específico.

[Autor Javier Arnaldo, extraído de la web de Arte Historia por Esther Serna]

lunes, 20 de diciembre de 2010

[Pintura] Técnicas Pictóricas

Técnica  ≠ procedimiento

Técnica es el modo de aplicar un procedimiento.
Los procedimientos determinan los materiales utilizados.



Las cinco técnicas básicas en la pintura

CLÁSICA

-Acabado pulido
-Prioridad del objeto representado
-Perfiles cuidados, transiciones suaves
-Fidelidad del color/luz
"Marguerite Kelsey" Meredith Frampton

"Reading" Richter

TONO PLANO

-Simplicidad de las superficies
-Perfiles limitados
-Ausencia de grafismos o matices internos
-Opacidad de la capa pictórica
-Un único color por cada objeto
-Puede ser realista o abstracta

IMPRESIONISTA

-Grafismo manual, muy personal, presencia del dibujo y la trama
-Tejido pictórico muy matizado
-Ausencia de perfiles
-Unidad de color/luz
-Toque corto, pastoso y separado.


Manuel de Gracia

Metcalf

EXPRESIONISTA

-Como un trance, representa el acto de pintar
-Inaugurada por Van Gogh, quien inspira a sus posteriores
-Pincelada larga, constructiva y dinámica
-Alta capacidad de dibujar con pocas pinceladas
-Fuerza, convicción, dinamismo


Pollock

Vlaminck

MATÉRICA

-La pintura como un objeto presente
-El tacto y la materia como fundamentos
-Innovación y significación física



Alberto Burri


Rothko

Ejercicio no presencial:

6 reproducciones (impresas o fotocopiadas, no es necesario dibujarlas) de cuadros en tamaño pequeño, que incluyan un comentario(2 ó 3 líneas) sobre qué técnica se ha utilizado al realizarlas.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

[Historia del arte] Expresionismo (Precedentes, Fauvismo, Die Brücke)

EXPRESIONISMO

  • De dentro a fuera (expresión)
  • Teñido por nosotros según sensibilidad, estado anímico (filtrar la realidad)
  • El parecido con la realidad no tiene peso (color arbitrario, perspectiva arbitraria, figuras…)
  • Es un mov. Amplio. Nos referimos al primer tercio del s.XX
  • Heterogéneo: diversos grupos (Die Brücke, Der Blaue Reiter…)
  • Vanduardia: porque la concepción del arte es antinaturalista (no es representación de la realidad) y no se ajusta al academicismo.
  • Rechazo del mundo sensorial (sobre todo visión):
                                   El objeto determina la forma de representar forma, color, tamaño
  • Rechazo del positivismo científico (o cienticismo positivista): el arte no es investigación científica. Por ello es legado del romanticismo (encaja con espíritu alemán)
  • Técnica heterogénea: colores de tonos lisos
                                   No tienen que ver con la realidad


PALOMA DICE: fauvismo (Francia) es parte del expresionismo

PREDECENTES:

MUNCH
  • distorsión de forma, figura
  • Color arbitrario
  • No hay perspectiva convencional
  • Tono de amargura
  • Ejemplos: ‘junto al lecho de muerte’
                             ‘noche de verano…’
                             ‘El grito’
                             ‘Tres estudios sobre la mujer’
                             ‘Pubertad’
                             ‘El baile de la vida’
J.ENSOR
  • Crítico con sociedad
  • No produce placer visual
  • Conexión con literatura: comedia (Calderón de la Barca: ‘la vida es teatro’)
  • Ejemplos: ‘máscaras escandalizadas’
                             ‘esqueletos tratando de calentarse’
                             ‘entrada de Cristo en Bruselas’ (inquietudes religiosas)


FAUVISMO (Francia 1905)

Gauguin:  -Color arbitrario
                  -Pintura es caricatura
                  -Misión transponer sensaciones, no representar realidad.

Matisse: ritmos curvos, temas agradables
Derain: color vivo, arbitrario, alegre


  • Principios x.XX. Existencia corta.
  • Gran trascendencia.
  • Matisse, Derain, Marquet y Vlaminck
  • Crítico Vauxcelles: ‘Donatello au mieu des fauves’ ! en la primera exposición.
  • Un par de exposiciones : con el tiempo la entidad grupo se diluye
  • Uso arbitrario y expresivo del color
  • Características: órden del cuadro autónomo respecto naturaleza. Criterios subjetivos
  • No son vanguardia porque no son ‘avanzadilla’ en contra de la sociedad.

EXPERSIONISMO ALEMÁN 1905-1930

Proyección experiencia emocional
No es un estilo artístico porque no tiene rasfos formales constantes.
No es escuela porque no tiene una postura (frente al arte?) constante)
No tienen jefe ni manifiesto común, ni foco (lugar)

DIE BRÜCKE (Dresden, 1905)

Ernst Ludwig KIRCHNER
Karl SCHMIDT_ROTTLUFF
Erich HECKEL
Fritz BLEYL
Emil NOLDE
Max PECHSTEIN
Más adelante: OTTO MÜLLER

  • Líneas quebradas, colores saturados, arbitrarios, antinaturalistas
  • Imágenes convulsas, agitadas, desasosegantes
  • Continúan tradición romántica alemana
  • Críticos con la sociedad, anti-burgueses, anarquistas. Reniegan de la sociedad industrial. Ideal comunista. Al servicio de la revolución desde abajo. Por ello se ubican en zonas obreras (a pesar de orígen burgués). Son contrarios a la ciudad.
  • Provienen de la arquitectura
  • Tienen un programa (1906) por KIRCHNER (afán de protagonismo)
  • Exposiciones desde 1906 y 1907 Actitud provocativa- escándalo público
  • ‘El puente’ nexo con el pasado.
  • Su portavoz, los llama expresionistas: PAUL FETCHER
  • Influencia de Nietzsche (toman nombre de ‘Así habló Zaratustra)
  • Toman otro camino que el fauvismo. Se identifican más con el sentimiento alemán ‘trágico0
  • Rechazan: -parámetros de belleza, armonía, ideal
                        -Composición, perspectiva, colorido tradicionales.
  • Presentan lo que ven: injusticia , sufrimiento, dolor.
  • Huyen de imitación, colores exaltados (como los fauvistas)
  • Influencia arte negro-africano.
  • Gran manejo de la xilografía.
  • Esquematismo para resolver figura, composición
  • Se separan en 1913 cuando surge ‘Das Blaue Reiter’
[Apuntes de Adam Kozinsky]