viernes, 5 de noviembre de 2010

[Lab. Materiales] Tentativa de agotar un lugar parisino de Georges Perec

Tentativa de Perec

Parte sustancial de la obra de Georges Perec puede
ser considerada como el trabajo de un cronista. Pienso
en Plinio, en Herodoto, en Tácito, en Julio César, en
Marco Polo, en Bernai Díaz del Castillo, en el Inca
Garcilaso o en Concolorcorvo para citar apenas algunos
ilustres ejemplos que lo anteceden en la tarea de
explorar, describir y nombrar el espacio y lo que lo
puebla, así como las maneras de llevar a cabo este
poblamiento. En la mayoría de los autores mencionados
los nombres de animales, plantas, pueblos, costumbres,
objetos, trayectorias e itinerarios permiten
dejar sentadas las bases de lo que más adelante vamos
a llamar zoología, botánica, etnología, historia y todas
las otras ramificaciones que constituyeron lo que, durante
mucho tiempo, se entendió por saber. La diferencia, no
obstante, radica en que Perec —que escribe en la
Francia de Braudel y de Lévi–Strauss— nombra y
describe para sus lectores no ya realidades ajenas,
distantes en la geografía y, en ocasiones, en el tiempo,
ni los hechos de hombres célebres, sino la realidad más
tangible, la que puede ser corroborada por quien lee con
sólo abrir la puerta de su casa y salir, o ni siquiera: a
veces basta con la observación, el mero recuerdo, la introspección.
El espacio de Perec es, entonces, “nuestro” espacio;
los datos que de él obtenemos son “sus” datos (los de
Perec, que en todo momento deposita una singular
carga autobiográfica en todo lo que escribe), pero nos
sirven por analogía. En su proyecto (y conviene destacar
aquí que Perec —como buen francés— es un escritor
que proyectaba muy racionalmente lo que escribía)
destaca la voluntad de establecer una antropología del
hombre contemporáneo. Para ello se propone (según
hace constar en el breve ensayo “¿Aproximación a
qué?”, un trabajo que, a modo de declaración de principios
o justificación, abre el pequeño volumen L’infraordinaire),
Interrogar lo que tanto parece ir de suyo
que ya hemos olvidado su origen. Volver a encontrar
algo de la sorpresa que podían experimentar Jules
Verne o sus lectores frente a un aparato capaz de
reproducir y de transportar los sonidos. Porque esa
sorpresa existió, y miles de otras, y son ellas las que nos
han modelado.”
Si bien este propósito data del comienzo de la
actividad de Perec como escritor, puede afirmarse que,
a pesar de la incomodidad manifiesta que le supuso
teorizar sobre su labor, ésta se le fue haciendo cada vez
más consciente con el correr de los años. En “Notas
sobre lo que busco” (que abre Penser/Classer) Perec
intentó una clasificación de sus trabajos: “Si trato de
definir lo que quise hacer desde que comencé a escribir,
la primera idea que me viene a la mente es que nunca
escribí dos libros semejantes, nunca tuve ganas de
repetir un libro, una fórmula, un sistema o una manera
ya elaboradas en un libro precedente. Esta versatilidad
sistemática varias veces desorientó a algunos críticos
preocupados por volver a encontrar de un libro a
otro la ‘huella del escritor’; y quizás también ha desconcertado
a algunos de mis lectores. Me valió la reputación
de ser una especie de computadora, una máquina
de producir textos. Por mi parte, me compararía más
bien a un campesino que cultiva diversos campos; en
uno sembraría remolachas, en otro alfalfa, en un
tercero maíz, etc. De la misma forma, los libros que
escribí se asocian a cuatro campos diferentes, cuatro
modos de interrogación que plantean, a fin de cuentas,
la misma pregunta, pero que la formulan según perspectivas
particulares que, para mí, corresponden cada
vez a otro tipo de trabajo literario. La primera de esas
interrogaciones puede ser calificada de ‘sociológica’:
cómo mirar lo cotidiano; se encuentra en textos como
Les Choses, Espèces d’espaces, Tentative de description
de quelques lieux parisiens, y del trabajo realizado
con el equipo de Cause commune alrededor de Jean
Duvignaud y de Paul Virilio; la segunda es de orden
autobiográfico: W ou le souvenir d’enfance, La Boutique
obscure, Je me souviens, Lieux où j’ai dormi, etc;
la tercera, lúdica, remite a mi gusto por las restricciones,
las proezas, las ‘gamas’, a todos los trabajos
para los cuales las investigaciones de OuLiPo1 me
dieron la idea y los medios: palíndromos, lipogramas,
1 OuLiPo son las siglas de Ouvroir de Littérature Potentielle
(Taller de Literatura Potencial). Fundado en 1960 por Raymond
Queneau y François Le Lionnais, OuLiPo es un grupo de escritores
que se ocupa de proponer nuevas estructuras de naturaleza
matemática o de inventar nuevos procedimientos artificiales o
mecánicos que contribuyan a la actividad literaria. Perec empezó a
participar de las actividades de OuLiPo en 1967. Desde entonces
incorporó la restricción —que, en buena medida, de eso trata buena
parte de la actividad oulipiana— o su metodología de trabajo. Entre
los resultados más espectaculares en la obra de Perec de este tipo de
procedimiento se cita La Disparition (1969) —novela lipogramática,
enteramente escrita sin utilizar la letra e, la más frecuente en la
lengua francesa—, Les Revenentes (1972) —suerte de contrapartida
de La Disparition, ya que se trata de un texto íntegramente escrito con
palabras que contengan la letra e—, Alphabets (1976) —una colección
de setenta y seis poemas de once letras (oncenos) que constituyen
heterogramas—, etc. Para quien se interese en estas cuestiones, vale la
pena consultar La Littérature potentielle (1973) y Clasifications des
travaux de l’Oulipo (1979); en castellano, “Queneau + Perec: Oulipo”,
artículo informativo, publicado por el autor de estas notas en la
revista Babel, Año I, Nº 4, septiembre de 1988.
pangramas, anagramas, isogramas, acrósticos, palabras
cruzadas; la cuarta, finalmente, concierne a lo
novelesco, al gusto por las historias y por las peripecias,
el deseo de escribir libros que se devoren panza
abajo en la cama; La vie mode d’emploi es el ejemplo de
esto, esta división es algo arbitraria y podría ser mucho
más matizada: casi ninguno de mis libros escapa completamente
a una cierta marca autobiográfica (por
ejemplo, insertando en un capítulo que estoy escribiendo
alusiones a un acontecimiento de la jornada); por
otra parte, casi ninguno se escribe sin que recurra, al
menos a título simbólico, a tal o cual restricción o
estructura oulipiana, y sin que dicha estructura o
restricción me restrinja en algo.” (sigue)





Hay muchas cosas en la plaza Saint–Sulpice, por
ejemplo: un ayuntamiento, un edificio de un organismo
impositivo, una comisaría, tres cafés —uno
de los cuales tiene kiosko—, un cine, una iglesia en
la que trabajaron Le Vau, Gittard, Oppenord, Servandoni
y Chalgrin, dedicada a un capellán de
Clotaire II que fue obispo de Bourges desde 624 a
644, y cuya fiesta se celebra el 17 de enero, un
editor, una empresa de pompas fúnebres, una agencia
de viajes, una parada de autobuses, un sastre,
un hotel, una fuente decorada con las estatuas de
los cuatro grandes oradores cristianos (Bossuet,
Fénelon, Fléchier y Massillon), un kiosko de diarios,
una santería, un estacionamiento, un instituto
de belleza y muchas otras cosas más.
15
Un gran número de esas cosas, si no la mayoría,
fue descripto, inventariado, fotografiado, contado o
enumerado. Mi objetivo en las páginas que siguen
ha sido más bien describir el resto: lo que generalmente
no se anota, lo que no se nota, lo que no
tiene importancia: lo que pasa cuando no pasa
nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes.


I
La fecha: 18 de octubre de 1974
La hora: 10.30 hs.
El lugar: Tabac Saint–Sulpice
El tiempo: Frío seco. Cielo gris. Algunos claros.

Bosquejo de un inventario de algunas de las cosas
estrictamente visibles:

—Letras del abecedario, palabras: “KLM” (en el
bolso de un paseante), una “P” mayúscula que significa
“parking”; “Hotel Récamier”, “St–Raphaël”, “el
ahorro a la deriva”, “Taxis terminal”, “Rue du Vieux–
Colombier”, “Brasserie–bar”, “Parc Saint–Sulpice”.

—Símbolos convencionales: flechas bajo la “P” de
los parkings, una apunta levemente hacia el suelo,
la otra orientada en dirección a la rue Bonaparte
(del lado Luxembourg), al menos cuatro carteles
que indican contramano (el quinto se refleja contra
los vidrios del café).

—Cifras: 86 (en la parte de arriba de un autobús de
la línea nº 86, encima de la indicación del lugar
adonde se dirige: Saint–Germain–des–Prés), 1 (chapa
del nº 1 de la rue du Vieux–Colombier), 6 (en el lugar
16 que indica que nos encontramos en el 6to. distrito
de Paris).

—Slogans fugitivos: “Desde el autobús miró París”
—Tierra: pedregullo y arena.
—Piedra: el cordón de las veredas, una fuente, una
iglesia, casas...
—Asfalto
—Árboles (frondosos, a menudo amarillentos)
—Un pedazo bastante grande de cielo (quizás 1/6
de mi campo visual)
—Una bandada de palomas que cae repentinamente
sobre el terraplén central, entre la iglesia y la fuente
—Vehículos (su inventario queda pendiente)
—Seres humanos
—Algo así como un basset
—Un pan (baguette)
—Una lechuga (¿francesa?) que desborda parcialmente
de una bolsa para las compras

Trayectorias:
El 96 va a la estación Montparnasse
El 84 va a la Porte de Champerret
El 70 va a la Place du Dr. Hayem, Casa de la Radio
El 86 va a Saint–Germain–des–Prés

Exija el Roquefort Société el verdadero en su óvalo
Verde

Ningún agua surge de la fuente. Las palomas se
posaron sobre el borde de uno de sus pilones.
Hay bancos sobre el terraplén, bancos dobles
con un respaldo único. Desde donde estoy puedo
contar hasta seis. Cuatro están vacíos. Tres
vagabundos con gestos clásicos (beber tinto de
la botella) en el sexto.
El 63 va a la Porte de la Muette
El 86 va a Saint–Germain–des–Prés
Limpiar está bien, no ensuciar es mejor
Un autobús alemán
Una furgoneta Brinks
El 87 va al Champ–de–Mars
El 84 va a la Porte Champerret

Colores; rojo (Fiat, vestido, St–Raphael, manos únicas)

bolso azul
zapatos verdes
impermeable verde
taxi azul
2CVazul

El 70 va a la Place du Dr. Hayem, Casa de la Radio

mehari verde

El 86 va a Saint–Germain–des–Prés

Danone: Yogures y postres

Exija el Roquefort Société el verdadero en su óvalo
verde
la mayoría de la gente tiene al menos una mano
ocupada: llevan una cartera, una valijita, una
bolsa para compras, un bastón, una correa en
cuyo extremo hay un perro, la mano de un chico

Un camión entrega cerveza en toneles de metal
(Kanterbraü, la cerveza de Maitre Kanter)

El 86 va a Saint–Germain–des–Prés

El 63 va a la Porte de la Muette

Un autobús “Cityrama” de dos pisos

Un camión azul de marca mercedes

Un camión oscuro Printemps Brumell

El 84 va a la Porte de Champerret

El 87 va al Champ–de–Mars

El 70 va a la Place du Dr. Hayem, Casa de la Radio

El 96 va a la estación de Montparnasse

Darty Réal

El 63 va a la Porte de la Muette
Casimir alta cocina por encargo. Transportes Charpentier.

Berth France S.A.R.L.

Le Goff tirada de cerveza

El 96 va a la estación Montparnasse
Auto–escuela
Viniendo de la rue du Vieux–Colombier, un 84
dobla en la rue Bonaparte (rumbo al Luxembourg)

Mudanzas Walon

Mudanzas Femand Carrascossa

Papas al por mayor

Una japonesa parece fotografiarme desde un
ómnibus de turistas.

Un viejo con su media baguette, una señora con
un paquete de masas que tiene la forma de una
pequeña pirámide

El 86 va a Saint–Mandé (no dobla en la rue Bonaparte,
sino que toma la rue du Vieux–Colombier)

El 63 va a la Porte de la Muette

El 87 va al Champ–de–Mars

El 70 va a la Place du Dr. Hayem, Casa de la Radio

Viniendo de la rue du Vieux–Colombier, un 84
dobla en la rue Bonaparte (rumbo al Luxembourg)

Un ómnibus de turistas, vacío,

otros japoneses en otro ómnibus

El 86 va a Saint–Germain–des–Prés

Braun reproducciones de arte

Calma (¿lasitud?)

Pausa. (sigue)


[Georges Perec (París, 7 de marzo de 1936 - Ivry-sur-Seine, 3 de marzo de 1982) fue uno de los escritores más importantes de la literatura francesa del siglo XX. Miembro del Oulipo y abanderado del Nouveau roman, basaba sus obras en la experimentación y las limitaciones formales.]


[Tentativa de agotar un lugar parisino
Georges Perec
Traducido por Jorge Fondebrider Beatriz Viterbo Editora, Rosario, 1992
Título original: Tentative d’épuisement d’un lieu parisien, 1975]

[Compartido por Nagore Prada]

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